Una final llena de emoción recordando una de esas rivalidades que necesita el propio deporte para que el respetable pueda engancharse mediante un ídolo.
Unai Laso volvió a demostrar la madera de campeón que dispone. Recordamos que por estas fechas el pasado año estaba desahuciado por palabras de muchos aunque se encontraba compitiendo dentro de la pelota aficionada. Labrándose, creciendo personalmente y un golpe tan duro como el que se llevó en ese verano de 2020, ha podido ser el énfasis para poder presenciar a este pelotari tan potente en el aspecto psicológico.
Pese a terminar en ese segundo escalón del podio, la victoria la tuvo en sus manos durante bastantes momentos del partido. Tenía delante al mejor Altuna, que venía de haber realizado una auténtica exhibición contra Joseba Ezkurdia, pero Unai fue capaz de implementar las dudas del campeón. Nadie ha sido capaz de poder estar cerca del triunfo ante el mejor nivel de Jokin. Estamos hablando de los dos últimos años que ha dado ese paso adelante donde forja su hegemonía.
En aquella final del manomanista que sin quitar ningún mérito a Erik Jaka ya que lo suyo lo hizo a la perfección, se presenció a un Altuna muy atado lejos de su mejor versión. Semanas más tarde pudo redimirse ante el mismo rival en la jaula mostrando que cuando está bien, parece implacable. Sin embargo, esa duda persistió en el de Amezketa ante Laso ya que le llevó al límite. Un duelo donde hubo regalos, con la tensión que se estima dentro de una lucha por la txapela pero también hubo tantos espectaculares en cuanto a inteligencia y táctica.
Mucho se habla de ese 20-20 donde Unai tenía todo a favor y en el que el golpeo de besagain fue hacia el txoko. Ahí se encontraba Altuna completamente herido que tuvo la opción de levantarse y poder sacar adelante el envite. Aun así, aquel quizás fue la última oportunidad que tuvo Laso para la victoria, pero para nada me parece que fue la clave. Muchos tantos que cogen peso y que no son tan resaltados como las dos faltas de saque del inicio, un fallo con la derecha en los momentos finales o el remate fuera que se le marcha también por poco. Sin embargo, mostró esa capacidad ganadora pese a que le ocurrieron situaciones que a cualquier otro le hubieran sacado de la cita.
Dentro de la táctica, en el inicio también Laso tuvo dos golpeos de besagain con la izquierda hacia el txoko, habiendo estudiado los movimientos de Altuna que siempre suele cubrir el ancho. Además, ese golpe natural de Unai es el gancho cuando tiene opciones. Muy estudiados los dos pelotaris ofrecieron espectáculo.
Con lo cual, pese no llevarse la txapela, confirmó que cabalgando mediante este recorrido más pronto que tarde, podrá salir en la foto en lo más alto del podio. Me encantaría que fuera el inicio de una rivalidad ya que ambos trabajan y tienen la ilusión de continuar cada día sin ser nada conformistas. El tiempo lo dirá, pero sus partidos cada vez son más ilusionantes y llaman a la afición.
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